17 / miércoles - marzo de 2010

Semana 11. 76/289
Patricio.
Fiesta en Irlanda.

Hay quien asegura que el sueco Alfred Nobel no dio un premio para las Matemáticas a la rusa Sonia Kovalevskaya (1850-1891) por celos, porque esta mujer prefirió al matemático sueco Mittag-Leffler antes que a él.

No parece que sea cierto, pero sí es verdad que Nobel admiraba en todos los sentidos a esta matemática de privilegiado cerebro. Cuando no era más que una adolescente, ya dedujo por sí sola el concepto de "seno'' con los mismos pasos que dieron los antiguos, y a los 13 años se enamoró platónicamente de Dovstoievski, que dirigía el periódico La Época. Pero su gran amor fueron los números; tanto, que se casó por conveniencia, para salir de Rusia y estudiar en Alemania. Allí logró el imposible: ser alumna del famoso Weierstrass, quien la probó con problemas endiablados. Llegó a ser doctora en Matemáticas y la primera profesora de la Universidad de Estocolmo. Su fama fue creciendo, como los admiradores de la ya entonces joven viuda, dedicada a la enseñanza, a su hija, Fufa, y a la investigación. Formuló la teoría de Cauchy-Kovalevsky y por un trabajo de física clásica obtuvo el premio Bordin de la Academia de Ciencias de Francia.

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