4 / miércoles - agosto de 2010

Semana 31. 216/149
Juan Mª Vianney.

A finales del siglo XIX un charlatán provocaba que las personas estallaran en carcajadas tras hacerles respirar peróxido de nitrógeno en una feria de EE. UU.

Uno de los curiosos, tras inhalar el gas, se hirió al caerse de la tarima en que se encontraba, pero extrañamente no sintió ningún daño. Un dentista que presenció la escena relacionó el gas con la ausencia de dolor y al día siguiente hizo la prueba: respiró peróxido de nitrógeno y se hizo arrancar un diente. No notó nada.

El dentista Horace Wells acababa de inaugurar el uso de la anestesia.

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