28 / viernes - noviembre de 2008

Semana 48. 333/33
Valeriano.

Durante la Edad Media, proliferaron unas pruebas de tipo ritual mediante las cuales los acusados de un delito podían probar su inocencia. También eran conocidas como el Juicio de Dios, ya que el veredicto se dejaba en manos de la Divina Providencia.

Se constataba que el reo decía la verdad si era capaz de sujetar una barra incandescente sin apenas quemarse, si se dejaba hundir en el agua hasta el límite de la resistencia humana o si ingería veneno sin intoxicarse.

A ellas se sometió, por ejemplo, Tetberga, esposa de Lotario II, rey de Lorantingia. Tras dos años de matrimonio estéril el rey se separó de ella para unirse con su concubina Waldrada, que le había dado un hijo. Como Tetberga decidió no concederle el divorcio, Lotarioo la acusó de incesto. Para demostrar su inocencia, la reina se sometió a las ordalías, y según cuentan las crónicas, con éxito.

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