28 / miércoles - octubre de 2015

Semana 44. 301/64
Simón. Judas Tadeo.

El origen de la frase irónica "prometer el oro y el moro", que se emplea cuando alguien formula una promesa exagerada o vana, se remonta al año 1426, en tiempos de Juan II de Castilla. Según narra la leyenda, Abdalá, el alcalde la ciudad malagueña de Ronda, y sobrino de Hamet, entre otros de su séquito, fueron apresados por un grupo de caballeros de Jerez.
A pesar de que Abdalá pagó la fuerte suma de dinero exigida por el rescate de los cautivos, solamente él fue puesto en libertad. El suceso llegó a oídos de Juan II, que ordenó que el sobrino también fuese liberado. Sin embargo, los raptores jerezanos, incitados por la esposa de uno de ellos, se negaron: pedían a los moros un plus de cien doblas -monedas castellanas de oro- a cambio de Hamet. Debido a lo cual el rey se hizo trasladar al prisionero a la corte. Y puede que a raíz de este episodio, el pueblo andaluz creyera que lo que verdaderamente buscaba el monarca era tener cerca al moro para luego reclamar el oro.
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