20 / lunes - noviembre de 2017

Semana 47. 324/41
Octavio.

A lo largo de la historia muchos alimentos han estado en el punto de mira de las autoridades, especialmente de las religiosas. La clase sacerdotal del antiguo Egipto vetó diversas variedades de pescado y los pitagóricos de la antigua Grecia repudiaban las habas, pues creían que en ellas transmigraban las almas de los difuntos. Muchos cultivos del Nuevo Mundo fueron prohibidos por la Iglesia, quizá alarmada por el hecho de que estaban exentos del diezmo. Las patatas se consideraron transmisoras de lepra y se las tachó de diabólicas por crecer bajo tierra, como les pasó al ajo y la cebolla a principios de la Edad Media. El café fue prohibido durante un tiempo tanto por el islam como por el cristianismo y el chocolate no era bien visto, pues los fieles lo tomaban durante las jornadas de ayuno, que en aquella época sumaban casi la mitad de los días del año. El catolicismo también lanzó una cruzada contra el tenedor por ser un invento de los ortodoxos de Bizancio. En el siglo XVIII los católicos más temerosos de Dios aún lo creían un instrumento maligno.

En el siglo XX el poeta e ideólogo fascista Filippo Marinetti prescindió en su dieta de la pasta por ser un plato supuestamente poco viril y los comunistas advertían de que la Coca-Cola era muy perjudicial para la salud. La feminista Charlotte Perkins mantenía que para la liberación de la mujer había que acabar con las cocinas, pues en un mundo socialista los proletarios debían comer siempre en las casas del pueblo.

Hoy día los hindúes siguen rechazando la carne de vaca mientras que judíos es islámicos repudian la del cerdo. Según los antropólogos estos tabúes están estrechamente relacionados con la realidad material de los lugares en los que nacieron dichas religiones. Los cerdos son omnívoros y por tanto su cría es antieconómica en una tierra tan yerma como Oriente Medio. Las vacas son indispensables para las labores agrícolas de la India, de ahí que su salvaguardia se haya convertido en una cuestión sagrada. No es una coincidencia que también el Senado romano castigara a quienes comían bueyes aptos para la agricultura en épocas de penuria.
.- Todos los capítulos de Tantos hombres y tan poco tiempo