9 / viernes - febrero de 2018

Semana 6. 40/325
Apolonia.

Se calcula que se consumen cien millones de aspirinas al día y alrededor del 2.500 por segundo. Su historia -más bien del uso de sus componentes- se remonta a la noche de los tiempos. Sabemos que egipcios, sumerios y otros pueblos antiguos utilizaban contra el dolor n preparado que extraían de las hojas y las cortezas del sauce blanco. Mucho después, en 1854, un químico francés llamado Charles Frèdèric Gerhardt sintetizó por primera vez ácido acetilsalicílico a partir del salicílico, el componente activo de la planta. Hubo que esperar hasta 1893 para que otro químico, el alemán Felix Hoffman encontrara cómo calmar los fuerte dolores artríticos que sufría su padre gracias a aquel olvidado remedio del sauce. El caso es que Hoffman trabajaba en la casa Bayer y convenció a la empresa de lo lucrativo que sería comercializarlo. No se equivocaba. Al buscar un nombre, los responsables decidieron que tuviera relación con la Spiraea ulmaria, nombre científico de la flor ulmaria, de la que se extraían las sales del ácido salicílico. Se añadió a -de acetil- a spir, y se remató con el sufijo -ina, añadido a multitud de medicamentos para facilitar su pronunciación. Había nacido la aspirina. No fue la primera opción que se barajó, y de hecho, hubo un largo debate con un nombre alternativo: Euspirin. Eu- es un prefijo griego que significa "bueno", y parecía obvio resaltar así sus virtudes. Finalmente se desechó.
.- Todos los capítulos de Tantos hombres y tan poco tiempo