Lucas.
Se han encontrado referencias del empleo de los bolsos en la cultura egipcia, en la Biblia, e incluso los restos de uno sepultado junto a Otzi, una momia europea cuya muerte data de entre el 3400 y 3100 a.C. Durante la Edad Media eran comunes entre hombre y mujeres, que los llevaban como bultos pequeños prendidos a los cinturones para transportar monedas. En el siglo XVI, con la invención de los bolsillos en los pantalones, su uso fue menguando entre los hombres, convirtiéndose en una prenda casi exclusivamente femenina. Durante los siglos XVII y XVIII los vestidos ocupaban varias capas de tela y se volvieron más voluminosos, por lo que el bolso pasó a ser portado como prenda interior, pegado a las caderas.
Sin embargo, con el redescubrimiento de Pompeya en 1748, las tendencias de la moda viraron a las estilizadas siluetas griegas, y los gruesos bolsos interiores se rediseñaron en «retículas» de telas finas -como la seda- que se cargaban con tiras atadas en los laterales. Durante el siglo XIX, época de la Revolución industrial, surgieron nuevas técnicas de manufacturación y materiales innovadores como el papel maché, el acero pulido y el hierro comenzaron a ser utilizados en la creación y adorno de los bolsos. Los diseños también cambiaron con los divertimientos de la época; se creó el «bolso de ópera», discreto, estilizado y con espacio suficiente para cargar los «gemelos de teatro», el polvo compacto y un pequeño frasco de perfume..- Todos los capítulos de Tantos hombres y tan poco tiempo.
De igual manera, los viajes frecuentes entre la clase alta dieron paso al bolso moderno, más amplio y resistente que modelos anteriores y nacida a petición de Samuel Parkinson, quien en 1841 contactó al diseñador H.J. Cave para crear el bolso de viaje perfecto para su esposa. Esta tendencia práctica continúa en el siglo XX, cuando la emancipación de la mujer impulsó la fabricación de bolsos diseñados más allá de la necesidad de trasportar objetos.