29 / miércoles - enero de 2020

Semana 5. 29/336
Valero.

En la Europa medieval, el cocodrilo era un animal poco menos que mitológico, conocido apenas por referencias de griegos y de latinos, que lo habían visto en Egipto. Los romanos lo llamaron crocodilus, que tomaron del griego krokodeilos. En textos en lengua española, la palabra aparece registrada por primera vez en 1251 como cocodrillus. Un siglo más tarde, Juan Manuel menciona el animal con el nombre coquedriz, aunque hay quien opina que se trataba de una confusión con la voz del bajo latín calcatrix, que denominaba, en realidad, no al cocodrilo, sino a la mangosta, un animal adorado por los egipcios por su hábito de devorar los huevos del temible saurio. Los griegos acuñaron ese nombre para los cocodrilos, tomándolo de kroké «piedra» y drilos «gusano», después de haberlos observado disfrutar del calor del sol, sobre bancos de arena y en la ribera de los ríos, quietos como piedras. El mito de que los cocodrilos emitían un sonido semejante a un sollozo cuando atraían a las personas hacia su cueva y que, después de devorarlas, dejaban caer amargas lágrimas, tal vez de compasión por el triste destino de sus víctimas, se venía difundiendo desde las épocas de la Antigüedad clásica. Éste es el origen de la expresión lágrimas de cocodrilo, usada hasta el presente para referirse a quien llora fingiendo un sentimiento que no es verdadero. Sin embargo, hoy se sabe que tales lágrimas no son más que una secreción que sirve para mantener húmedos los ojos del saurio cuando está fuera del agua.
.- Todos los capítulos de Tantos hombres y tan poco tiempo.