Benigno.
Hasta hace unas cuantas décadas era habitual ver en las ferias pulgas amaestradas que tiraban de carritos o disparaban cañones. La clave para lograrlo era mucha paciencia y que las pulgas olvidaran desplazarse a saltitos. Acabada la función, el domador las colocaba en sus brazos para que le hincasen el diete y repusiesen fuerzas..- Todos los capítulos de Tantos hombres y tan poco tiempo.