4 / martes - septiembre de 2018

Semana 36. 247/118
Rosalía.

Los perros San Bernardo jamás han llevado un barril de alcohol al cuello. En 1049 Bernardo de Menthon, religioso italiano canonizado como San Bernardo en 1681, construyó en los Alpes, cerca de la frontera entre Italia y Suiza, un albergue para viajeros. Entre los años 1550 y 1600 otros monjes empezaron a criar y entrenar ahí a sus perros para servir como compañeros de viaje, creando una raza propia a partir de la cruza de mastines, gran daneses, bulldogs, pirineos y terranovas: los ahora llamados San Bernardo. Se cuenta que éstos eran enviados, con un barril de brandy al cuello, a la búsqueda de caminantes perdidos en las heladas regiones suizas. La idea parece lógica: un hombre puede tomar un trago que le dé calor mientras los rescatistas llegan, alertados por los ladridos. Sin embargo, si uno ingiere alcohol, bajo esas condiciones, los vasos sanguíneos se dilatan, provocando que la sangre corra hacia la piel y se produzca una falsa sensación de calor, cuando en realidad la temperatura interna ha descendido, pudiendo ocasionar hipotermia. El mito comenzó con el cuadro Mastines alpinos reanimando a un viajero en apuros, que Edwin Landseer pintó en 1820. En éste, los perros encuentran a un hombre caído; uno de ellos ladra, el otro reanima al viajero lamiendo su mano, y al cuello lleva el pequeño barril de madera. Hoy sabemos que, si bien estos perros sí fueron adiestrados para encontrar, alertar y proporcionar calor mientras llegaba la ayuda, el alcohol jamás formó parte de la ecuación.
.- Todos los capítulos de Tantos hombres y tan poco tiempo.